Escribe Mar Benegas en su libro 44 poemas para leer con niños un excelente decálogo con el título Cómo no leer un poema. Extracto algunos de sus puntos pues los oigo en mis clases cuando se menciona la palabra "poesía":
1.- Al poema no le gusta que lo interroguemos antes de leerlo (...) Un poema leído con prejuicios es un poema echado a perder.
2.- Al poema no le gusta el "no lo entiendo"
5.- Al poema no le gusta quedarse en el libro. Le gusta salir de él: que lo canten, que lo reciten, que lo recuerden
Pues bien, aprovechando el Día de la Poesía, he tratado de que se produzca un acercamiento entre mis chicos/-as y este género literario que parece no gozar de sus predilecciones. Así que tendría que demostrarles que eso podría no ser así.
Lo primero es hacerles llegar la idea de que un poema no es un problema que haya que resolver, ni una incógnita que haya que despejar. La poesía es el género de las EMOCIONES y estaba segura que habría en su memoria, en sus recuerdos algunos versos que recordarían. Así que, bajo el lema "versos que dejan huella", les propuse que dejasen la suya:
Y ya puestos, ¿por qué no escribirlos? ¡Uffff...!, exclamaron, "nunca se habían visto en tal aprieto".
Para ello, hubo dos opciones que les facilitaron la tarea: la primera, con las palabras que componen tres poemas- uno de Ángel Gonzalez, otro de Raúl Vacas y otro de K. Iribarren-, y la segunda, con titulares de prensa que rozan lo literario, previamente recortadas y plastificadas, se las dejé sobre las mesas: Formaron grupos y... con el paso del tiempo, parece que la musa acudió en su ayuda. Aquí dejo una pequeña muestra de los que dos grupos- uno de 4º de ESO y otro de 1º de BAC- fueron capaces de pergeñar en 50 minutos de auténtica locura y frenesí, cuando se dieron cuenta que podían ser "poetas en ciernes"